domingo, 25 de diciembre de 2011

Maria.


María tenia razón, la dejo pasar. Empieza en el maltrato a mis pulmones, en el desgarro de mis unas. En la soledad de mis pies, en el abandono de mis cejas. Que cargue plomo en mis brazos y miga en mis piernas dificulta la circunstancia. Arriba del agua, llueve también. Me cubre un techo de tul. Me sostiene un diente de leche. Soy un perro que tiembla de miedo, al borde de una bañadera de agua caliente. No, no lo soy. Soy una heroinómana que quiere destruir la felicidad ajena, que envuelve sobras para clavárselas en la planta de los pies. No, no es cierto. Soy una vela a punto de apagarse en una iglesia ostentosa en un barrio concheto. Tampoco. Soy la mentira con sangre y huesos. Soy los dos extremos de tus emociones. Soy la prescindible, la aguja que miente para extraerte sangre del dedo. Soy tu embarazo y el desgarro de la Mujer Salvaje. Soy la continuación de los muertos, la heredera de Rodrigo. Soy una fuente mayúscula en un archivo perdido. Soy tuya y de todos aquellos que buscan desesperados penetrar en lo ajeno. La distancia me hizo húmeda. Miento, maltrato, condeno.