lunes, 17 de mayo de 2010
Sin limbo.
Hay días en los que prefiero no soñar. Enraizar las piernas hasta tenerlas dormidas. Describir situaciones cotidianas a kilómetros de distancia mientras afirmo mi nacionalidad. Crudeza malparida. Odio en el ritmo asfixiante del nuevo arribo sanguíneo.
¿Descanso? En la alteración.
¿Simpleza? En la complicación.
Mil millones de pelos que caen. Tres mil trescientas hojas de otoño. Quinientas veinte piscas de sal. Todo, todo, por descubrir que es lo que hay más allá del cielo.
Hay días en los que prefiero no soñar y elijo un barquito antes que un avioncito.
.A.
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